Nuria Cebrián tiene 8 años y colecciona cromos de los jugadores del Levante UD, pero también le gustaría tener los de las futbolistas de ese equipo. Por eso ha pedido a la editorial Panini, la encargada de elaborar cada temporada los cromos de la LFP, un álbum de la Liga Iberdrola de fútbol femenino, para que las chicas se hagan «tan famosas como los chicos».
En una carta manuscrita remitida a «los chicos y chicas» de la editorial, la joven levantinista asegura que le «gusta coleccionar» sus cromos pero que también le gustaría que publicaran un álbum «de la liga de fútbol de las chicas», porque hay «equipos muy buenos», como el Levante y el Valencia.
«He pensado que si vosotros sacáis un álbum de fútbol femenino habrá más niñas como yo que se animarán a coleccionar los cromos y así las chicas futbolistas se harán tan famosas como los chicos«, prosigue Nuria en su carta, que concluye con un «¡las chicas al poder!».
Nuria, que juega al fútbol solo en clase de gimnasia cuando les toca pelota y que ahora quiere apuntarse a este deporte, asegura que «del fútbol solo sacan a chicos famosos y a chicas no» y lamenta: «A Messi lo veo todos los días en la tele y a Noelia, no«. Precisamente, una visita de esta jugadora del Levante femenino, junto al futbolista del mismo equipo Chema Rodríguez, a su colegio para darles una charla sobre este deporte despertó en la niña el interés por el fútbol femenino.
Una palabra, un gesto o simplemente un silencio pueden ser suficientes para lanzar una daga directa a nuestro corazón. Un corazón que va debilitándose poco a poco, quedando anestesiado ante cualquier posibilidad de sublevación, porque el miedo y la culpa han sido instaurados.
El maltrato emocional es una realidad muy presente en nuestras días que no entiende de edad, sexo o estatus social.
Lo peligroso de los maltratos de este tipo son sus consecuencias y su habilidad para pasar desapercibido. El maltrato emocional es un proceso silencioso que, cuando da la cara, ya ha pasado mucho tiempo desde que se originó, teniendo consecuencias devastadoras para la persona que ha sido víctima.
Su inicio es lento y silencioso, ejercido por una persona disfrazada de encanto con el objetivo de seducir a sus víctimas para atraparlas, sobre todo en las relaciones de pareja. De esta manera, la realidad que el maltrador muestra es una realidad falseada, llena de promesas y deseos que nunca se harán realidad.
El abuso emocional es un potente veneno que destruye la identidad de la persona, arrebatándole su fortaleza emocional. Se da de manera indirecta, a través de las reja agujereadas, que dejan pasar a las insinuaciones que buscan culpar e instalar la duda en las víctimas.
Así, cuando la víctima ya ha sido atrapada, el maltratador comienza a destaparse ante ella a través de los desprecios, las críticas, los insultos o incluso los silencios. Por eso, las huellas de estos maltratos no son físicas y no hay heridas visibles en la piel de la víctima, porque el maltrato emocional se ejerce a través de las palabras, de los silencios o los gestos.
Tanto es el daño que se ejerce en estas situaciones que el miedo a actuar para liberarse se ve en muchos casos como un imposible. La cárcel mental es tan sólida que la víctima entra en una profunda situación de indefensión, a la que no imagina salida.
Las heridas del maltrato emocional son llagas profundas que llegan hasta lo más recóndito del interior de la víctima. No se ven ni se oyen, pero son terriblemente sentidas por la persona que las sufre. Heridas ocultas para los demás, pero profundamente dolorosas para la persona que lo sufre.
Son heridas originadas a través de los desprecios, descalificaciones y ninguneos que el maltratador ha dirigido a la víctima. Heridas invisibles y enraizadas en el miedo, la culpabilidad y la duda que arrebatan la creencia de cualquier posibilidad de actuar para liberarse de la situación en la que la víctima se encuentra.
Estas heridas sangran no solo en cada encuentro, sino también ante la expectativa de que puedan ocurrir. Lo importante es que la persona no dé por perdida la posibilidad de salir de la situación en la que se encuentra y que tenga en cuenta que estas heridas pueden repararse con ayuda.
En estos casos, el factor más importante es que la persona víctima pueda identificar la situación en la que se encuentra atrapada, donde carga con toda la responsabilidad y culpabilidad que el maltratador le ha inducido. Por lo tanto, tomar conciencia de que nos encontramos en un proceso de maltrato emocional es el primer paso para poder liberarnos.
Una vez que sepamos donde nos encontramos inmersos, recuperar a nuestros seres queridos y apoyarnos en ellos para que puedan facilitarnos la salida de esta situación contribuirá a que sigamos adelante. Poco a poco, con sus gestos de amor y cariño, pueden ir llenando algunos de los vacíos que en nuestro interior se han originado.
Además, buscar ayuda de un profesional especializado nos facilitará comenzar a reconstruir nuestra identidad y autoestima, para reparar todas esas heridas emocionales invisibles que habitan en nuestro interior. Así podremos volver a reencontrarnos con nosotros mismos.
Por último, no olvidemos que cada uno de nosotros también podemos llegar a originar heridas en el alma de los demás cuando despreciamos, ignoramos o criticamos sin tener que llegar a situaciones de maltrato emocional. Las palabras y nuestros gestos son un arma de doble filo que hay que cuidar…
Aquí os dejamos la historia de siete mujeres matemáticas que hicieron importantísimas aportaciones a la ciencia y, como tantas veces ha ocurrido, estando a la sombra de sus colegas masculinos…..
Caroline Herschel: de pulir espejos a descubrir un cometa
De pequeña, a Caroline Herschel (1750-1848), su padre la enseñó a observar las estrellas. Su vida transcurrió supeditada a la de su hermano, el reconocido astrónomo William Herschel. Muchos de los éxitos del científico se deben al constante apoyo de Caroline, quien tenía como tareas desde esmerilar y pulir espejos, pasando por realizar cálculos algebraicos, hasta establecer distancias astronómicas. Fue la primera mujer en descubrir un cometa, pero tuvo que esperar hasta 1835 para ser reconocida como miembro de honor de la Royal Astronomy Society: tenía en ese momento 85 años.
Sophie Germain: la mujer que falta en la Torre Eiffel
Sophie Germain (1776-1831) estudió y aprendió matemáticas de manera autodidacta a pesar de la oposición de su familia. Realizó importantes contribuciones en campos tan dispares como la teoría de números o la teoría de la elasticidad. Sus matemáticas no consiguieron su pleno desarrollo al haber carecido de una educación formal y organizada. Tuvo que trabajar en solitario, porque la autoridad científica de su época la excluía por ser mujer. Gustave Eiffel –quien realizó su famosa construcción gracias, entre otros, a los aportes en teoría de la elasticidad de Germain– hizo grabar en la torre los apellidos de 72 ‘sabios’, todos varones: Sophie, evidentemente, no aparece.
Ada Lovelace: la primera programadora
Ada Lovelace (1815-1852), hija de Anna Isabella Milbanke –la princesa de los paralelogramos– y de Lord Byron –el poeta maldito– heredó la brillantez de su madre y de su padre. Fue una matemática visionaria, con una imaginación desbordada. Se la considera como la primera persona programadora de la historia: creó un algoritmo para calcular los números de Bernoulli en una máquina analítica que el ingeniero Charles Babbage debía construir… aunque no se hizo realidad por falta de financiación.
Sofia Kovalévskaya: poeta del alma
Sofia Kovalévskaya (1850-1891) ha pasado a la historia fundamentalmente por el conocido como teorema de Cauchy-Kovaleskaya. Pero también investigó, entre otros, sobre los anillos de Saturno. Su mayor éxito matemático fue su investigación sobre la rotación de un sólido alrededor de un punto fijo por el que obtuvo el Premio Bordin de la Academia de Ciencias de París en 1888. Es imposible ser matemático sin ser un poeta del alma, afirmaba Sofia. De hecho, ella también se dedicó a la literatura.
Katherine Johnson: el cálculo del cohete
Katherine Johnson (1918) fue una niña prodigio, conocida por su gran precisión en los cálculos necesarios para la navegación aeronáutica. Se le deben desde los cálculos de las trayectorias de los primeros vuelos espaciales de Estados Unidos hasta los que llevarían al hombre a la Luna. Su pasión por la ciencia se resume en estas bellas palabras: Algunas cosas desaparecerán de nuestra vista, pero siempre habrá ciencia, ingeniería y tecnología. Y siempre, siempre, habrá matemáticas.
María Josefa Wonenburger: el mérito en la sombra
María Josefa Wonenburger Planells (1927-2014) se enamoró desde niña de las matemáticas, para las que tenía especiales habilidades. Desde su Galicia natal viajó a Estados Unidos gracias a las primeras becas Fullbright. Sin oportunidades para prosperar en España, investigó en Canadá y Estados Unidos junto a los mejores especialistas en álgebra, dirigiendo varias tesis doctorales. A pesar de sus grandes éxitos en teoría de grupos clásicos y álgebras de Clifford, su vida académica se vio truncada en 1983 cuando su madre enfermó y ella regresó a España para cuidarla.
Maryam Mirzakhani: la primera Medalla Fields
Maryam Mirzakhani (1977-2017) saltó a la fama en 2014 cuando fue galardonada con la Medalla Fields. Fue la primera mujer en recibirla, además de la primera persona iraní. Ingrid Daubechies –primera mujer en presidir la Unión Matemática Internacional que concede este galardón– decía de ella al serle otorgada la Medalla: Ella encarna una rara combinación de habilidad técnica, gran ambición, una visión a largo plazo, una curiosidad profunda. Ninguna otra mujer ha recibido de nuevo este galardón.
La australiana Annette Kellermann, nadadora profesional, escritora y artista de vodevil, fue una de las primeras mujeres en lucir bañadores de una pieza y posar así de orgullosa con el bañador encima… pero alguien lo consideró indecente y la detuvieron por ello.
Las integrantes del primer equipo de baloncesto femenino de la historia en 1902.
Las sufragistas Annie Kenney y Mary Gawthorne pintando en el suelo por el voto femenino en 1907.
Esta albañil haciendo sus cosas en Berlín en 1910.
La sufragista inglesa Annie Kenney arrestada durante una manifestación en 1913.
Leola N. King, la primera mujer en la historia en ser guardia de tráfico, en 1918.
Estas mujeres que fueron arrestadas en Chicago en 1922 por llevar ropa de baño «indecente».
Gertrude Ederle, la primera mujer en cruzar a nado el canal de la mancha.
Amelia Earhart, la primera mujer en volar sobre el océano Atlántico en 1928.
Marina Ginestà, militante comunista de 17 años, mirando desafiante desde la azotea del Hotel Colón Barcelona en 1936.
La ‘madre migrante’ que la fotógrafa estadounidense Dorothea Lange capturó en 1936 y que se convirtió en símbolo de la Gran Depresión.
Margaret Bourke-White, que fue la primera mujer corresponsal de guerra (trabajó cubriendo la Segunda Guerra Mundial) y la primera mujer fotógrafa que trabajó para la revista Life. Consiguió su primera portada en 1936.
Dos mujeres enseñando por primera vez las piernas mientras pasean de la mano por Toronto en 1937.
Simone Segouin, miembro de la resistencia francesa y convertida en icono tras la publicación de esta fotografía, en la que solo tenía 18 años y que fue muestra de la participación de las mujeres en la resistencia. Ella solita capturó a 25 nazis.
Esta mujer en París, que expresó su repulsa ante la figura de Adolf Hitler cuando la ciudad fue ocupada.
Rosa Parks en su ficha policial de 1955 tras ser detenida al negarse a cederle su asiento a un hombre blanco como dictaba la ley por aquel entonces.
Elizabeth Eckford, icono de la lucha antirracista en Estados Unidos, en su primer día de clase en 1957: a pesar de que la Corte Suprema de los Estados Unidos había declarado que la segregación de los alumnos era ilegal, en Arkansas muchos estudiantes blancos rechazaban la entrada de alumnos negros en sus escuelas.
La soviética Valentina Tereshkova, primera mujer (y primera civil) en viajar al espacio, en 1964. Años más tarde declaró que si tuviera suficiente dinero «viajaría al espacio aunque fuera como turista e incluso me iría a Marte con billete solo de ida».
Kathrine Switzer, que se convirtió en la primera mujer en correr en la maratón de Boston en 1967. Durante la carrera uno de los organizadores intentó quitarle el dorsal para que no siguiera participando, sus compañeros la defendieron.
Margaret Hamilton, ingeniera de software del proyecto Apollo, posando al lado de la pila de código que ella misma escribió a mano y que hizo que el hombre pisara la luna, en 1969.
Esta mujer en una manifestación por los derechos LGTB en Christopher Street Gay en 1970 con un cartel que dice «soy tu peor miedo, soy tu mejor fantasía».
Jeanne Manford manifestándose por los derechos LGTB junto a su hijo Morty, durante el Orgullo Gay en Nueva York en 1972. Las reacciones a su cartel permitieron que se crease el grupo ‘Padres, familia y amigos de las lesbianas y los gays’, del que Manford es cofundadora.
Esta policía de Los Ángeles que cuidó de un bebé abandonado en su despacho mientras continuaba con su trabajo.
Junko Tabei, quien en 1975 se convirtió en la primera mujer en subir el Everest.
Una mujer de origen polaco y superviviente de un campo de concentración le pega un bolsazo a un neonazi en Suecia en 1985.
El 8 de marzo de 1857, miles de trabajadoras textiles decidieron salir a las calles de Nueva York con el lema ‘Pan y rosas’ para protestar por las míseras condiciones laborales y reivindicar un recorte del horario y el fin del trabajo infantil.
Fue una de las primeras manifestaciones para luchar por sus derechos. Distintos movimientos, sucesos y movilizaciones (como la huelga de las camiseras de 1909) se sucedieron a partir de ese episodio, que sirvió de referencia para fijar la fecha del Día Internacional de la Mujer.
El capítulo más cruento de la lucha por los derechos de la mujer se produjo, sin embargo, el 25 de marzo de 1911, cuando se incendió la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Un total de 123 mujeres y 23 hombres murieron. La mayoría eran jóvenes inmigrantes de entre 14 y 23 años.
Fue el desastre industrial más mortífero de la historia de la ciudad y supuso la introducción de nuevas normas de seguridad y salud laboral en EEUU. Según el informe de los bomberos, una colilla mal apagada tirada en un cubo de restos de tela que no se había vaciado en dos meses fue el origen del incendio. Las trabajadoras y sus compañeros no pudieron escapar porque los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de escaleras y de las salidas, una práctica habitual entonces para evitar robos.
Breve experimento social en el que se les pide a niños y niñas que recojan pelotas rosas y azules. Aunque ambas partes trabajan la misma cantidad de pelotas, reciben pagos desiguales. Los niños reciben una mayor cantidad de dulces. En pro de la igualdad de genero.
En este vídeo veréis cómo niños y niñas poseen los estereotipos de género muy latentes en sus vidas. Clasifican de manera inconsciente las profesiones como trabajos de hombres o de mujeres. Un experimento de lo más interesante…..
Maravilloso vídeo donde nos explica cómo subliminalmente, las niñas interiorizan que las mujeres tienen menos posibilidades de ser lo que quieran ser….
Os resumimos un interesante artículo de El Mundo, analizando la igualdad entre hombres y mujeres…dando un paso más allá….
Las cosas han cambiado mucho dentro y fuera de casa en lo que a reparto de tareas se trata, pero aún hay diferencias notables entre hombres y mujeres. Todavía hoy son ellas las que se encargan de toda la logística, planificación, coordinación y toma de decisiones en el hogar. El 71%, de hecho, sufre carga mental y solo el 12 % de los hombres lo experimenta.
¿Y qué es eso de la carga mental? Viene a ser un peso invisible que se genera por el esfuerzo mental constante y deliberado que conlleva estar pendiente de que las dinámicas de la casa funcionen bien. Si bien es cierto que el hombre poco a poco se va incorporando a las tareas del hogar, no es menos cierto que quien sigue dirigiendo la orquesta doméstica es la mujer.
Según Violeta Alcocer, psicóloga, «cuando hablamos de la carga mental debemos distinguir entre el trabajo físico o tareas (ir al supermercado, hacer una gestión en el banco, o llevar a tu hija a baloncesto…), que muchas veces son compartidas, del trabajo mental que supone estar pendiente de todo: darse cuenta de qué hace falta, organizar, planificar, comprobar, anticiparse, decidir, supervisar, etc… y que la mayor parte de las veces son asumidas solo por un miembro de la pareja y en su mayoría por una mujer».
Dentro de este contexto, P&G ha desarrollado el proyecto social #DescargaMental, en el que han entrevistado a más de 2.400 personas, hombres y mujeres viviendo en pareja con y sin hijos de entre 25 y 49 años, por todo el país, para saber cómo se distribuye esa responsabilidad. El 84% de las mujeres confirma haber sentido estrés debido a las responsabilidades relativas al hogar. Y en esto hay mucha tela que cortar porque el 87% se siente responsable de la dinámica del hogar y un 73% considera que tiene que dejar instrucciones cuando se va de casa. Otra queja recurrente: a ellos aún hay que pedirles que hagan las cosas, según un 72% de las voces femeninas entrevistadas.
Con la maternidad, la carga mental aumenta notablemente para las mujeres. Para el 91% de ellas, su papel es clave en los flujos domésticos. Preguntados ellos, queda claro: solo un 12% menciona ser la persona de referencia para las necesidades diarias de sus hijos y únicamente un 5% afirma estar pendiente de los festivales del colegio.
P&G ha ido un paso más allá y ha hecho un experimento en el que les pidió a 5 parejas con diferentes perfiles que pasaran sus listados de tareas mentales a la aplicación de notas del móvil. Después, cada pareja intercambió su teléfono y leyó en voz alta el listado de notas del otro.
Mientras que los hombres tenían notas relacionadas con su trabajo y centradas en cuestiones personales, las mujeres no solo tenían mayor cantidad de deberes, sino que la mayoría estaban íntimamente ligados al entorno doméstico, evidenciando así la desigualdad de cargas de unos y otros .