POEMA DE JUAN LEYVA.

TEMOR

Querría escribir sobre el maltrato a la mujer pero no me siento capaz,

al fin y al cabo soy un hombre, un hombre cobarde que también le tiene miedo a otros hombres.

Temo a los hombres embrutecidos, cuyo sentido en la vida es comer, follar y que gane su equipo.

Temo a los hombres que se visten por los pies, que cambian de traje cada día, con fingida decencia para disimular su maldad.

Temo a los jóvenes que espían los mensajes de sus parejas, y discuten en un coche golpeando el volante.

Temo a algunos hombres que salen de los gimnasios, de los bancos y de las iglesias.

Temo a los hombres que abatirían a un homosexual como al Toro de La Vega.

Temo a los hombres que no leen o que sólo leen el Expansión, La Razón y el ABC..

Temo a los hombres educados para competir, para dominar y no mezclarse con el color y el olor distinto de otros hombres.

Temo a los hombres que cazan con y sin licencia, a los que disparan, a los que juzgan y prohíben.

Temo a los hombres que levantan la mano, que levantan el brazo, que dicen levantar España.

Temo a los hombres que no saben acariciar sin penetrar, que no saben hablar sin escupir, que no se cuestionan a si mismos.

Temo a los hombres violentos de palabra, obra y comisión.

Temo a un hombre que no sabe aceptar su limitación, canalizar su frustración, oír una verdad.

Temo a los evidentes, a los consecuentes y a los buenos gestores.

Temo a hombres que parecen dignos cuando salen de su casa y a los que sólo lloran para mamar.

Temo a los hombres que gritan para imponer su razón y que guardan silencio cuando hay que gritar.

Temo a los hombres que ríen mientras fuman puros a las cinco de la tarde en una plaza de toros o a las diez de la mañana en un consejo de administración.

Temo a los hombres que no huelen flores, que no saben cuidar una planta

Temo a los que utilizan la palabra moro, negro, rojo o maricón.

Temo a los hombres que dicen querer ponerte mirando a Cuenca, a La Meca o cara al sol.

Temo a los especialistas en tomar medidas, en ajustar las cuentas, en hacer daño sin que se note la marca.

Temo que mis palabras no las entiendan los hombres a las que van dirigidas.

Temo al próximo titular donde se asesina a una mujer

y no poderla salvar.

(Juan Leyva)

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